El proyecto se desplanta en un terreno ascendente con una inclinación pronunciada y encajonado entre dos casas existentes.
Esta residencia de casi mil metros cuadrados se solucionó elevando todo el proyecto un nivel y medio con respecto al nivel de banqueta para así poder aprovechar las espectaculares vistas de la Sierra Madre que la ubicación nos brinda y a su vez lograr remeter el proyecto, dejando que la casa respire sin desaprovechar el espacio.
En el sótano se encuentran únicamente la cochera, una pequeña área de servicio y un recibidor para uso privado. Desde este nivel también se desplanta una escalinata escultórica que pasa por debajo del área de la alberca y que llega hasta el acceso principal.
La planta baja está formada por dos volúmenes rectangulares perpendiculares entre sí. El acceso principal te dirige al primer volumen, el cual alberga el recibidor, las sala y el comedor. Así mismo, dicho rectángulo funciona como divisor y a la vez conector de los jardines frontal y posterior, gracias a los grandes ventanales corredizos que se abren totalmente en ambos lados.
Este primer volumen remata en el centro del segundo, en donde se encuentra la circulación vertical de la casa. En un extremo de este volumen se encuentran la cocina y el área de servicio y en el otro el bar y salón de juegos.
En la planta alta se localiza el área privada de la casa, en donde se encuentran las recamaras, una estancia familiar, terrazas y estudio.
En la paleta de acabados se utilizaron los siguientes materiales: mármol Santo Tomás, carpinterías de nogal, recinto volcánico, espejos, telas de diversos tonos y texturas, así como pieles y linos. En el proyecto interior se utilizaron principalmente colores cálidos y neutros para crear espacios modernos y a su vez acogedores.