Enclavada en lo alto de la Sierra Madre, en la zona de Palmillas, la Casa Torres busca establecer un íntimo contacto con el entorno natural en el que se encuentra. Relativamente abierta hacia la calle, el acceso a la casa se da a través de una fuente, de la cual emerge un árbol imponente tanto por su tamaño como por su belleza. Una vez en el pórtico, una gran puerta nos recibe en forma de mural hecha a base de mármol, madera y acero.
Ya en el interior, el vestíbulo nos acoge con su mármol Santo Tomas color lila y sus muros de recinto volcánico, pero a la vez nos da la continuidad visual hacia el resto de la casa y el jardín, donde se buscó respetar al máximo el bosque de encinos existente.
La sala, concebida casi como una caja de cristal, nos brinda suficiente apertura visual como para apreciar simultáneamente la montaña y el jardín, gracias a sus grandes ventanales en las caras norte y sur, mientras que su chimenea nos invita a disfrutar del calor del fuego en ciertas noches que pueden ser muy frías, debido a la altitud del emplazamiento.
Tanto desde el comedor como desde la sala familiar es posible accesar a la azotea, donde una gran terraza nos permite disfrutar unas esplendidas vistas de la Sierra Madre, así como de toda la Zona Metropolitana de Monterrey. Es así como, poco a poco, la casa se nos va mostrando en una secuencia de espacios que nos van llevando de las áreas públicas a las áreas íntimas, y hasta la azotea, estando siempre en contacto visual con el bosque.