En un privilegiado terreno ocupado por una construcción obsoleta, se nos plantea la disyuntiva de remodelar o demoler la misma para dar paso a un nuevo proyecto residencial. En conjunto con el cliente se opta por esta última alternativa y se procede a demoler, adecuando los niveles de acuerdo al nuevo esquema, el cual buscará explotar al máximo las vistas de la ciudad.
El jardín posterior desaparece dejando solo un estrecho jardín contemplativo, el cual adquiere un carácter muy especial gracias al corte original de la roca existente.
La cocina, antecomedor, sala familiar y recamara principal disfrutarán visualmente dicho efecto.
Hacia el frente del predio, una gran terraza semi-techada es creada en torno a la piscina con efecto infinito, la cual nos hace olvidar por un momento la condición urbana del proyecto, gracias a la inmediatez del gran parque frente al predio, el cual se une visualmente con las áreas verdes de Club Campestre de Monterrey.
En el interior, un gran salón de doble altura, con un conjunto de tragaluces de concreto aparente, se convierte en el corazón del proyecto, debido al interesante efecto de la luz natural controlada que lo inunda. En torno a él, las habitaciones, terrazas, home theater, puentes y oficina se desarrollan completando el programa.
En el último nivel, la mencionada oficina goza de unas esplendidas vistas a la ciudad, además de estar abierta mediante un gran ventanal a la sala-comedor de doble altura, logrando así una sensación de gran transparencia y de tener puente flotando sobre la terraza.
Los materiales, principalmente el concreto gris, la madera de encino, el granito negro en fachadas así como los aplanados blancos interiores y exteriores, le aportan al proyecto un carácter decididamente sobrio y contemporáneo.