En lo alto de la Sierra Madre, en un predio encajonado por dos construcciones existentes, se desplanta Torre Alberta, una edificio residencial de diez niveles. El carácter multifamiliar del proyecto es un esfuerzo por aprovechar al máximo la privilegiada ubicación del terreno en un entorno natural, así como las impresionantes vistas a las montañas y a la zona metropolitana de Monterrey que ofrece.
El programa de la torre es residencial, con un basamento de estacionamiento y servicios, sobre el cual se levantan dos bloques rectangulares: el primero de siete pisos y el segundo de cinco. La azotea del volumen menor contiene una gran terraza, amenidad que sirve como punto de esparcimiento para los residentes.
La composición del edificio es limpia, con dos volúmenes prismáticos de diferente altura, que crean juegos de luces y sombras en la fachada. El uso de materiales es bastante franco, con tres placas de concreto aparente blanco que contienen muros cortina de vidrio y perfiles de acero, lo cual permite a residentes de ambas caras de la torre disfrutar de vistas a la Sierra Madre y a la ciudad a sus pies.